La obesidad se produce por un desbalance entre la energía que se consume y se gasta. Es muy frecuente encontrarse dietas que son modas para tratar de perder peso.
Las dietas extremas que llevan a un desbalance entre los alimentos que se ingieren no son recomendables. Lo más sano es una nutrición balanceada que incluya alimentos de todos los grupos.
Recientemente se han realizado diversos estudios comparando dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos (como el Atkins) y dietas bajas en grasas (como usualmente se sugiere). Realmente la eficacia en la pérdida de peso es similar en la medida en que la persona se adhiera al plan nutricional y tenga una reducción moderada del consumo calórico. Por lo tanto, las recomendaciones nutricionales se adaptan a los gustos y necesidades de cada persona pero lo que se busca es que tenga una menor ingesta comparado con lo que se venía consumiendo habitualmente.
Así mismo, los horarios de alimentación son fundamentales. No es conveniente para el cuerpo humano pasar horas prolongadas de ayuno ya que para la siguiente comida va a llegar con más hambre. Diversos estudios han mostrado que las personas que desayunan bien por lo general aumentan menos de peso comparado con los que no lo hacen. Se recomienda por lo tanto respetar al menos los 3 tiempos diarios de alimentación.
Definitivamente lo que no se recomienda son dietas basados únicamente en un tipo de alimento, como dietas basadas sólo en jugos de frutas, sólo en vegetales, etc. Estas por lo general son muy difíciles de sostener a largo plazo y se ha visto que el círculo de pérdida y reganancia de peso no es conveniente y puede dificultar la pérdida de peso en el futuro.